Fue hace más de una década cuando empecé a hablar y escribir públicamente sobre la urgente necesidad de World Coffee Development, una agencia respaldada por la industria que haga por el desarrollo comunitario y económico de las comunidades cafeteras lo que WCR hace por la mejora genética. ¿Qué lo impulsó entonces? Una crisis de gobernanza: cuando la roya del café asoló América Central durante el ciclo de cultivo 2012/13, no había ninguna organización obvia en condiciones de coordinar una respuesta sectorial a los impactos sociales y económicos en las comunidades cafeteras. ¿Qué me trae hoy de vuelta al tema? Lo mismo: el gigantesco ruido de succión en Washington causado por una desinversión de 40.000 millones de dólares en ayuda al desarrollo en el extranjero ha servido como doloroso recordatorio de que todavía no tenemos (y necesitamos desesperadamente) una única organización que pueda coordinar las inversiones vitales y alineadas con el mercado que se necesitan en los lugares donde se cultiva el café.
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