He visto a Wynton Marsalis actuar en directo dos veces, una hace más de 30 años con su septeto en una de sus famosas sesiones del Village Vanguard, y otra hace unos años aquí en Chicago con la Jazz at Lincoln Center Orchestra. En ambas ocasiones, fue un anfitrión consumado, perfecto en cada uno de sus papeles de trompetista de talla mundial, director de orquesta y educador.
Marsalis se inclinó por este último papel durante la actuación más reciente, quizá porque le acompañaban sus jóvenes pupilos en el Lincoln Center, o quizá porque tuvo lugar en un instituto local. Fuera cual fuese el motivo, dejó caer unos conocimientos prodigiosos nacidos de una vida en el jazz. Durante uno de los soliloquios que pronunció entre número y número, destiló la esencia del jazz a tres lecciones: tocar juntos, tocar solos y lo que él llama "el ethos del blues".
Tocar juntos | Marsalis dice que los músicos de jazz pasan la mayor parte de su carrera tocando música que preferirían no estar tocando con gente con la que preferirían no estar tocando. Aconseja a los jóvenes artistas que lo acepten y aprendan a hacerlo desde el principio.
Tocar solo | Improvisar es algo que entiende todo el que conoce el jazz. Marsalis dice a los jóvenes músicos que, cuando les llegue su turno, más vale que tengan algo que decir y algo que tocar.
El ethos del blues | Pero fue el tercer elemento, el ethos del blues, el que me dejó la impresión más duradera. Lo define como un optimismo que no es ingenuo.
El ethos del blues: un optimismo que no es ingenuo.
No puedo quitármelo de la cabeza.
Durante más de 20 años he trabajado en la intersección del café y el desarrollo internacional, coordenadas en las que me resultaba difícil permanecer ingenuo durante mucho tiempo.
Al principio de mi carrera, llegué a abrazar la calidad del café porque toda mi experiencia me sugería que la forma más fiable para que los productores cubran los riesgos y aprovechen las oportunidades es adoptar una estrategia en la que prime la calidad. Estoy en CQI porque se fundó sobre un compromiso con la calidad y su trabajo se basa en los esfuerzos por aprovechar las mejoras de la calidad para cambiar vidas.
Esta valiosa labor es bastante difícil de realizar en el vacío. Pero no se hace en el vacío, sino con el telón de fondo de la vida en los países tropicales, a menudo marcada por trastornos económicos, ecológicos, sociales y políticos crónicos.
A lo largo de los años, mi propio trabajo de campo en el sector del café ha situado la búsqueda y la promoción de la calidad del café en medio de la producción y el tráfico de coca, la violencia armada, la agitación política, los desastres naturales, las crisis climáticas, las crisis de producción y las crisis del mercado, y a menudo varias de ellas a la vez. Era imposible seguir siendo Pollyannish en estas circunstancias: Perdí mi ingenuidad, pero nunca mi optimismo. Hoy veo algo parecido a mi alrededor.
Una muestra de los titulares de los últimos días da una idea de la precariedad del momento actual.
El domingo pasado, The New York Times publicó este artículo cuyo título sintetiza acertadamente la historia contada por su excelente reportaje:
El precio del café alcanza su nivel más alto en 50 años. Los productores no lo celebran. El cambio climático está detrás de las ganancias inesperadas, y a los cultivadores les preocupa si podrán adaptarse.
A principios de esta semana, el Secretario de Estado de EE.UU. anunció la cancelación permanente de más del 80% de la programación de USAIDque en el último cuarto de siglo ha aportado más de 500 millones de dólares en ayudas de gran repercusión a proyectos cafeteros, y ha puesto en tela de juicio el futuro de la ayuda al desarrollo en el extranjero.
Las amenazas de aranceles de Washington y el temor a una guerra comercial proyectan una larga sombra sobre el comercio, creando una incertidumbre que ha tenido un efecto paralizador en algunas operaciones.
Y el mercado de futuros continúa su rally históricoY el mercado de futuros continúa su rally histórico, creando una crisis crediticia que ha llevado a comerciantes y tostadores al banco una y otra vez para duplicar e incluso triplicar sus líneas de crédito. Llegará un momento en que no habrá suficiente liquidez en el sistema y correremos el riesgo de que se produzcan consolidaciones que provoquen réplicas en toda la cadena de suministro.
Hoy en día, todos los que trabajan en el café ven las amenazas a las vidas y los medios de subsistencia en la cancelación de USAID y el peligro claro y presente que supone el cambio climático. Cada día, empresas y cooperativas de todo el sector sortean las turbulencias de la política comercial y el mercado, tratando de mantenerse a flote hasta que se despeje la tormenta perfecta.
No somos ingenuos. Comprendemos la magnitud de las amenazas a las que nos enfrentamos.
Y, sin embargo, optamos por el optimismo. A pesar de las circunstancias o a causa de ellas, seguimos trabajando para mejorar el café.
No se me ocurre mejor manera de describir este espíritu de persistencia lúcida que lo que Wynton Marsalis llama el ethos del blues.
-- Michael Sheridan